Abascal ha decidido que los enemigos de sus enemigos son sus amigos. Y se ha puesto manos a la obra para intentar minar todavía más la poca autoridad que le queda a Pablo Casado al frente del Partido Popular. Su estrategia es de esas que se debe estudiar en primero de maquiavelismo y consiste en apoyar a Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid mientras le niega el pan y el agua a José Luis Martínez-Almeida en el Ayuntamiento de la capital. De ese modo, interviene en esa estúpida guerra en la que se han metido los populares y que tantos votos parece que les está costando.