Usar a los niños en la política

Mala cosa cuando quieres hacer un resumen de lo que ha ocurrido en la semana política y te encuentras con tanta noticia que afecta a los niños. No lo digo solamente porque este sábado se vaya a producir esa absurda ‘huelga de juguetes. Ni tampoco por el obvio abuso que una y otra parte de esta España política nuestra están haciendo a cuenta del ‘niño de Canet de Mar’.


Lo digo no solo, que también, por estos casos que acabo de citar, sino en términos más generales: porque me parece que tenemos que repensar qué hacemos con nuestros hijos y nietos, sometidos a guerras educativas en las que en lo último que se piensa es en ellos, o a campañas propagandísticas que nada tienen que ver, en el fondo, con su bienestar y sí con el de quienes las inspiran.


Me parece lamentable cómo politizamos cualquier cosa: el indulto a Juana Rivas y su paralización por un juez que sugiere haber encontrado nuevos indicios que incriminarían a la desafortunada madre en un presunto abuso de un hijo. Rivas ha tenido que padecer una brutal campaña mediática. De inmediato se ha desatado una polémica sobre si el Ejecutivo, que, por boca de Irene Montero tanto protegió a Rivas, ha cometido o no un error, casi ‘una prevaricación’, dice alguien, al indultarla parcialmente. Del bienestar de los hijos, ni palabra.


Y sí, quiero creer en la buena voluntad de Garzón cuando se gasta cien mil euros en una campaña contra ‘los juguetes sexistas’ y hasta estoy dispuesto a confiar en los motivos altruistas que impulsan a una representante de Vox a contrarrestar esta iniciativa del Departamento de Consumo, diciendo que ella, en cambio, va a comprar muchos tanques, pistolas, arcos y flechas para sus niños. Eso es debate político de altura, si señor.


Y también me siento inclinado a aceptar la filantropía que anida en otra iniciativa gubernamental, esta de la ministra Belarra, promoviendo una prestación universal de cien euros mensuales por hijo... sin haber consultado, parece, a la horrorizada titular de Hacienda. Claro que a veces uno tiende a pensar que, tanto la ‘huelga de muñecos/as’ de Garzón, que instará a los niños a pedir, en su carta a los Reyes Magos, “juguetes que muestren su disconformidad con los estereotipos sexistas”, como los cien euritos de Belarra, son genialidades que tienen que ver con la escasa actividad ‘real’ de sus Departamentos. Y con la necesidad de justificar la pervivencia de estos Ministerios. Pero no, no hay que ser mal pensados.


En fin, que bien está pensar en la salud, física y mental, de nuestros niños. Faltaría más. Bien iniciar una campaña de vacunación de los menores como se va a hacer a partir de la semana próxima. Bien preocuparse de que no se atiborren a comida basura. Bien pedir que puedan aprender castellano a la par que catalán, e ingles y chino si posible fuera. Bien incluso preocuparse judicialmente por el hijo de la señora Rivas. Pero yo quisiera pensar que nada de esto tiene que ver con banderías, con esa guerra política, cada día más cainita, que utiliza hasta las cabalgatas de los Reyes Magos de Oriente para lanzar subliminales mensajes propagandísticos.


Dejad que los niños crezcan libres, sin reglamentismos absurdos, sin manipulaciones. Es la única forma de que sean felices.


Y no, yo ni me hubiese manifestado en las cercanías de la escuela de Canet de Mar, ni pienso acudir al guiñol de la huelga de juguetes, ni me voy a precipitar a condenar o absolver a Juana Rivas en aras de mis creencias políticas, ni pienso dictar las cartas de mis nietos a Papá Noel o a los Magos. Sacad las manos manipuladoras de nuestra infancia.

Usar a los niños en la política

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