Tristemente, el “Día Internacional Contra la Violencia de género”, que es mañana, tiene que seguir conmemorándose porque las causas que motivaron su implantación no han desaparecido.
No desapareció la violencia física, psicológica y sexual -directa o a través de las redes- que parece incrustada en las entrañas de la sociedad y con frecuencia cae con contundencia sobre muchas mujeres.
Sin duda, la más cruel de las violencias es la muerte que periódicamente sigue causando un machismo irredento que mata con premeditación y ensañándose con las víctimas. Pero hay otras formas de violencia que anulan su personalidad y las van matando lentamente. Es el maltrato diario en forma de aislamiento y marginación social; de amenazas y acoso continuado; de insultos y desprecios; de discriminación, incluso en los ámbitos deportivos; o culparlas de todos los males personales y de todos los problemas familiares.
Es muy inquietante el aumento de las agresiones sexuales en un 9,2 %, según el balance de criminalidad del Ministerio del Interior relativo a los nueve primeros meses del año. También es preocupante que, uno de cada cinco jóvenes varones de entre 15 y 29 años, el doble que hace cuatro años, cree que en España no existe la violencia machista y en torno a la mitad, cuatro puntos más que en 2017, considera que la violencia hacia las mujeres no es un problema grave en la sociedad. Lo dice el barómetro sobre juventud y género de la Fundación Ayuda contra la Drogadicción (FAD).
Tampoco desapareció la desigualdad laboral y salarial. “Sin las mujeres se para el mundo”, decía la pancarta de una manifestación, y es verdad. Pero la sociedad no acaba de lograr la plena equiparación entre hombres y mujeres. Se les paga menos por trabajos iguales; tienen unas carreras laborales más cortas por no poder conciliar la vida laboral y familiar y no ocupan los puestos directivos que su inteligencia y responsabilidad merecen…
Hay también una asimetría en las tareas domésticas, como expresaba el humorista Ricardo en una viñeta en la que dibujó a un hombre que mira para la cama deshecha y dice: “¡maldita sea!, animé a mi esposa a que fuera a la manifestación del día de la mujer , pero se le olvidó dejarme las instrucciones de cómo hacer la cama”!. Real como la vida misma.
¿Qué está fallando? La ley, dice una mujer maltratada, lleva a la cárcel a muchos asesinos y dicta órdenes de alejamiento, pero no erradica la violencia y el maltrato. “Falla, añade, a sociedade en conxunto, fallamos todos… Necesitase moita educación” en la familia, en la escuela y en la sociedad para prevenir la violencia, proteger siempre a las mujeres que la sufren y perseguir a los maltratadores que la ejercen.