Como el papá de aquel anuncio, el Gobierno dice que lo va a arreglar todo, todo, todo. O sea, que va a reformar el impuesto de plusvalía para “corregir los elementos inconstitucionales” y cumplir así con la justicia, mientras que da “tranquilidad a los contribuyentes” y, por supuesto, garantiza la estabilidad de la “financiación de las entidades locales”. Ha debido de dar con una fórmula mágica porque sería la primera vez que acierte con un plan que convenza a todos los implicados. Aunque conociendo al animal, es más que seguro que todavía no tiene la más remota idea de lo que va a hacer. Pero eso nunca ha sido un problema para anunciar que tiene una solución buenísima. De rectificar siempre hay tiempo.