Samuel somos todos

vaya por delante mi solidaridad con padres, familia y amigos en momentos tan duros. Aunque, lamentablemente, nada ni nadie podrá devolvérnoslo.

Vaya por delante la condena y rabia contenida, que toda persona siente ante un execrable crimen perpetrado por una cobarde manada armada que salen a la calle con la intención de agredir o incluso, torturar hasta la muerte. -El cráneo de la víctima estaba deformado por los golpes recibidos-.

Vaya por delante que algo estamos haciendo mal en esta sociedad donde discursos irrelevantes toman los medios de comunicación y los lamentables sucesos se olvidan en cuestión de poco tiempo.

Los expertos dicen que en la formación del individuo influyen fundamentalmente: los genes y la educación recibida en la familia y la escuela.

Si bien los genes no se pueden cambiar, sí al menos tenemos la obligación de intentar reprimirlos cuando inspiran frustración y odio.

Habría que preguntarse ¿qué ha hecho la familia de estos indeseables para llegar a que sus vástagos lleguen a matar? ¿Qué piensan ahora, papa y mama, de estos “niños”?

¿Qué formación y educación se está dando en un sistema educativo politizado que ha cambiado tantas veces que ya perdemos la cuenta?

¿En qué sociedad vivimos cuando se está elucubrando con las causas que llevaron a matar? O es que no nos damos cuenta que no hay argumento, ni excusa, raza, religión, afiliación política, tendencia sexual que justifique un asesinato.

¿En qué sociedad vivimos, que ya se ha intentado sacar redito político al crimen y como siempre tergiversando los datos?

Este suceso, ha pasado en un lugar céntrico, concurrido, de una ciudad. Con testigos e imágenes filmadas por móviles, con una víctima sin ayuda, sí exceptuamos la primera intervención de un ciudadano valiente.

Evidentemente, no todos podemos tener madera de héroes y tampoco se nos puede pedir que lo seamos, no olvidemos que el miedo es libre y sobre todo si tenemos enfrente a numerosos salvajes armados.

Después del impecable trabajo policial; esperemos la actuación judicial, deseando que hechos como este no salgan “gratis” a sus autores y esperando, sí declarados culpables, los podamos reconocer, que no puedan esconderse.

Samuel, podíamos haber sido cualquiera de nosotros, afrontó la muerte en soledad -rodeado de gente- por casualidad, esa palabra que utilizamos cuando no somos capaces de entender el porqué de los acontecimientos.

Con Samuel se cumplió algo que días atrás, hablando sobre esta salvajada escuché, en una tertulia, comentar a una mujer: “la soledad más dura es cuando la padeces acompañado”. Descanse En Paz.




Samuel somos todos

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