Hacer comparaciones está feo, pero cualquiera que haya visto las últimas tres etapas del Tour no puede por menos que estar maravillado con la capacidad de sufrimiento de unos ciclistas que han subido puertos de montaña calados hasta los huesos y con una temperatura de nueve grados y han tenido el tiempo justo de recuperarse para volver a repetir la hazaña al día siguiente. Algunos, cubiertos de vendas por alguna caída de la que se han levantado como si fuesen inmunes al dolor. Luego están esos otros deportistas que se revuelcan por el suelo y gritan desaforados incluso cuando nadie les toca. Las comparaciones. FOTO: Un momento de la etapa de ayer | efe