La descarga eléctrica

En los años ochenta eran muy celebrados los debates en el Parlamento cuando Fraga recitaba ante Felipe González la lista de productos de la cesta de la compra -empezando por los garbanzos- cuya subida de precios causaba un grave deterioro a las economías familiares.


El recuerdo de aquellas sesiones viene como anillo al dedo por lo que está ocurriendo ahora en nuestro país. El Gobierno y la oposición andan enfrascados en la crisis con Marruecos, en la justificación o rechazo de los indultos y en otras historias, mientras los ciudadanos están preocupados, entre otros problemas, por el aumento de los precios energéticos -subieron un 30 % en el último año-, sobre todo por la tarifa de la luz que castiga a los hogares con ingresos modestos, que son la mayoría.


Es posible que la reforma de la tarifa eléctrica sea necesaria e incluso que esté bien enfocada parcelando el día e “invitando” a cambiar viejas costumbres en busca de mejor eficiencia económica poniendo a funcionar el aparataje eléctrico en horas “valle, llana o punta”.


En todo este barullo no se espera explicación de las eléctricas, que nunca dan la cara ante la opinión pública, pero espanta que el Gobierno, tan dado a la propaganda, no aclare de forma pedagógica cuáles van a ser los beneficios de esta remodelación para el consumidor.


Es imposible entender que el consumo real de la luz cueste un tercio de lo que pagamos y el resto, en torno al 70 por cien, se reparta entre impuestos, costes regulados, peajes, primas a las renovables y otros conceptos que parecen concebidos para hacer ininteligible un recibo de la luz que debería ser todo claridad.


El Ministerio para la Transición Ecológica, tan dado a asustar al personal, debe explicar cómo se va a abaratar un 15 por cien ese recibo cuando carga las primas a las renovables en la cuenta de las empresas petroleras y gasistas que, como siempre, repercutirán el coste en el consumidor. Dicho en román paladino, pagaremos menos por la luz, pero más por los carburantes y el gas.


El problema es viejo y recurrente. Si los políticos están en la oposición acribillan al gobierno y prometen solucionarlo, pero llegados al gobierno salta a la vista que no consiguen embridar a las eléctricas que, en el imaginario popular, son las que mandan. El hecho de que el recibo de la luz haya sido una pesadilla para todos los ejecutivos quiere decir que el problema, o no tiene solución, o esta se busca por caminos equivocados, lo que significa que hay que convivir de por vida con el susto de la descarga eléctrica mensual. Antes culpaban a la “pertinaz sequía” y ahora al sol y al viento que no generan energía solar y eólica. Siempre buscarán un chivo expiatorio.

La descarga eléctrica

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