la gente es muy mal pensada. Que el Gobierno haya dado ayer el visto bueno a una subida salarial a la Guardia Civil (prevista por cierto desde tiempos de Rajoy, no será sin tiempo) no tiene nada que ver con el cabreo interno que hay en el cuerpo. Que Grande-Marlaska se cargue al coronel Diego Pérez de los Cobos justo cuando sale a la luz que la Guardia Civil estaba realizando un informe sobre el 8-M ordenado por un juez y del que el Ejecutivo no sabía nada, es una simple casualidad. Que el director adjunto operativo (DAO) de la Benemérita, el general Laurentino Ceña, deje el cargo unos días antes de jubilarse, para Marlaska y los suyos debe entenderse como un capricho personal y no como un modo de evidenciar su desacuerdo con la injusta decisión tomada contra De los Cobos. Pero es así, con este Gobierno no hay lugar a la sorpresa. Cualquier cosa con tal de intentar mantenerse en el poder durante el mayor tiempo posible. Lo único que resulta triste es que, con un solo acto, Grande-Marlaska ha tirado por la borda años de encomiable trabajo por el que muchos le tenían un gran respeto. Parece que hasta para un magistrado de su nivel, eso de ser ministro da mucho gustirrinín. FOTO: Fernando grande-Marlaska, con la mirada perdida | efe