James Bond es uno de esos agentes secretos a los que les gusta actuar solo. Le llega con tener en una mano un martini y, por supuesto, el Aston Martin aparcado a la puerta del casino en el que acaba de seducir a su última conquista. Bond es británico, tal vez por ello, aquí seamos un poco distintos. Aquí, para seguir a Bárcenas, que de amenaza para la humanidad tiene poco, se montó un dispositivo formado por setenta agentes y sofisticados sistemas de escuchas y seguimiento. Menos mal que se trataba de un contable, que si llega a ser Auric Goldfinger habría que haber destinado al servicio a todo un ejército. FOTO: barcenas