El error de dejar que el Estado claudique

El error de dejar que el Estado claudique

Es cierto que la situación no es la más adecuada, que el ambiente puede estar muy caldeado, sobre todo si se conoce antes la sentencia que puede inhabilitar a Torra, pero la imagen del Estado renunciando a que su jefe acuda a la entrega de despachos a los nuevos jueces en Barcelona supone una claudicación muy difícil de asimilar y más difícil de entender. El Gobierno lo justifica alegando que el rey está donde tiene que estar, pero eso es absolutamente falso. El rey tendría que estar en Cataluña, apoyando a los jueces que desarrollarán allí su trabajo en unas condiciones que, en muchas ocasiones, no son las más idóneas y, de paso, dando respaldo a esa mayoría silenciosa de catalanes, sistemáticamente ignorados y silenciados por los secesionistas que ven cómo, por obra y gracia de una decisión del Gobierno, el Estado renuncia a estar presente en su tierra. No parece el mejor gesto ni el mejor momento para hacerlo. FOTO: El rey, inaugurando el año judicial | aec

El error de dejar que el Estado claudique

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