HAY que reconocer que el movimiento de Inés Arrimadas de apoyar la prórroga del estado de alarma ha conseguido poner muy nervioso a todo el mundo. Por supuesto, que al primero a Pablo Casado, que ya se teme que en la búsqueda de esa nueva centralidad los naranjas puedan acercarse a los socialistas en todas esas comunidades en las que gobiernan juntos, que no son pocas. Pero también por la izquierda andan con un ataque de piojos. Hasta Oriol Junqueras impartió ayer doctrina desde su celda para advertir a los socialistas de que se lo tienen que pensar muy bien si quieren cambiar de aliados. Lo curioso es que los de ERC son cualquier cosa menos unos aliados de fiar, dispuestos a dejar colgados a sus supuestos amigos a las primeras de cambio. Menos mal que está Carmen Calvo al quite para avisar de que lo de Rufián en el Congreso no es más que postureo, ya que los republicanos necesitan posicionarse de cara a las elecciones autonómicas catalanas, que cada día están un poquito más cerca. ¿Y el resto?, pues a verlas venir y si pueden sacar tajada de la debilidad de los socialistas, mejor que mejor. FOTO: arrimadas, el día que volvió a la centralidad | aec