la imagen de Carmen Calvo recostada en su escaño del Congreso de los Diputados, con mascarilla y envuelta en una manta lleva a pensar varias cosas. La primera, que igual no está tan recuperada como parecía y sería conveniente que se preocupase por su salud. La segunda, que debe de tener una voluntad de hierro para aguantar la sesión en las que, por lo que se ve, no son las mejores condiciones; eso es amor a los colores. Y la tercera, que en realidad ha sido la primera en la cabeza de muchos, es que, de no ser por la mascarilla, parecía que la mujer estaba preparada para una tarde de peli y mantita, con la salvedad de que en lugar de Netflix lo que se le presentaba a la pobre eran los discursos de Abascal, Casado y compañía. Menudo planazo. FOTO: carmen calvo, ayer en el congreso | efe