el catalán, al contrario que el euskera, es un idioma que no debe ser muy complicado de aprender. Basta recordar que hasta José María Aznar, hombre de rancio abolengo castellano, confesó que lo hablaba en la intimidad. Sin embargo, es evidente que algunas palabras tienen que tener un significado muy diferente. Y eso lo va a aprender a ritmo acelerado Pedro Sánchez, quien apenas había jurado su cargo y ya estaba recibiendo mensajitos desde Barcelona sobre la necesidad de abrir ya un diálogo con los secesionistas “de Gobierno a Gobierno”, como les gusta a ellos decir. En cierto modo, tiene razón Quim Torra al reclamar ese diálogo, al fin y al cabo fue lo que le ofreció Pedro Sánchez en su discurso durante la moción de censura. Sin embargo, y aquí viene el cambio semántico de la palabra diálogo, mientras para el presidente debe ser un intercambio de ideas, los secesionistas consideran que el diálogo se limita a que La Moncloa acepte lo que a ellos se les pase por el forro de sus caprichos. Y lo demás son tonterías. Por cierto, que los vascos también se suben a este carro. FOTO: quim torra, el dialogante | aec