Carod-Rovira fue aquel vicepresidente de la Generalitat, en aquella bipartita que presidió Maragall, que la montó en un viaje a Jerusalem poniéndose una corona de espinas y sacándose una foto con cara burlona. Sin embargo, al contrario de lo que le sucedió a Pablo, ni vio una luz, ni el martirio le sirvió para que en él manara la lucidez. Por eso, es normal que vaya a TV3 (la voz de su amo, que se podría decir) y asegure que los niños que agreden a sus padres son castellanohablantes. Vamos, que si para Torra los que hablan español son unos bestias, este lumbreras, los asciende al rango de maltratadores. Lo que hay que oír... FOTO: carod-rovira | aec