Reformar Europa

Gestión de la pandemia, con sus 700.000 muertes registradas; contenido y reparto de los fondos de recuperación, y controversias internas de orden político han eclipsado aquí y allá tanto la Cumbre de Oporto como la Conferencia sobre el futuro de Europa. Son dos iniciativas con las que la UE pretende, por un lado, relanzar su agenda social y, por otro, abrir un debate en el que los ciudadanos y, en especial los más jóvenes, aporten ideas y pretensiones de cara a las próximas décadas. 


Ambas citas han venido a coincidir en el tiempo con el Día de Europa. Como se sabe, el 9 de mayo de 1950 y cinco años justos del fin de la segunda guerra mundial, el por entonces ministro francés de Asuntos Exteriores, Robert Schuman, formuló la declaración que lleva su nombre, en la que sentó las bases para el nacimiento de la actual UE.


La Europa comunitaria ha conseguido preservar la paz y unir fuerzas para el desarrollo económico y social y, en definitiva, avanzar en el gran proyecto de un espacio unido y defensor del bienestar para todos. Sin embargo, con la entrada en el siglo XXI no ha sido capaz de afrontar algunas de las grandes crisis globales, como el colapso financiero de 2008, los flujos migratorios de 2015-2016, el auge del populismo nacional y el referéndum del bréxit de va a hacer cinco años.


En Oporto se ha querido dar impulso a lo que en la Cumbre de Gotemburgo (2017) se llamó el “pilar social” de la UE, pero que con el paso del tiempo no se ha desarrollado todo lo deseable. Y es que como en otras grandes cuestiones comunitarias los avances no son tan rápidos como debieran. Se trataría ahora de pasar de los principios a la acción; esto es, de convertirlos en un cambio tangible para miles de europeos.


Casi a renglón seguido, en el otro escenario, el Parlamento Europeo en Estrasburgo, instituciones comunitarias y líderes de los países miembro lanzaron la llamada Conferencia sobre el futuro de Europa, considerada como el mayor ejercicio de participación ciudadana y reflexión política de su historia.
Allí, en una sede extrañamente vacía para ser el Día de Europa –el edificio no se ha utilizado desde el comienzo de la pandemia- el presidente francés, Emmanuel Macron, dio la señal de salida de una iniciativa para “reformar Europa”. Se llevará a cabo a partir de ahora con una dilatada y complicada consulta ciudadana que concluirá en el primer semestre del año que viene. 


Su objetivo no es tanto convertirse en un foro de debate parlamentario cuanto recoger el sentir de la ciudadanía para intentar trasladarlo a una posible reforma de la UE. Bruselas intenta así abrir sus complejos procesos de renovación interna a una opinión pública que a menudo se ha sentido como mera espectadora y distante del enrevesado entramado comunitario.

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