No todos los laboratorios son iguales (I)


La semana pasada conocimos un vídeo grabado furtivamente en las instalaciones de una empresa española que se dedica a prestar servicios de experimentación animal bajo contrato. Algunas terribles imágenes que contiene son lo opuesto y más alejado del trabajo habitual de cualquier persona que trabaje con animales.
Las escenas de maltrato animal, de falta de empatía y de respeto hacia los animales que aparecen en el vídeo son totalmente condenables y deben ser investigadas, internamente, por parte de la empresa, para depurar responsabilidades; y externamente, por parte de la autoridad competente, la Comunidad de Madrid, quien ya ha reaccionado suspendiendo cautelarmente la actividad investigadora en la empresa y ha puesto en conocimiento del Servicio de Protección de la Naturaleza (SEPRONA) y de la fiscalía los hechos, por si pudieran ser constitutivos de delito.


Esto no es, en absoluto, la norma en los centros en los que se experimenta con animales, sino la excepción. La inmensa mayoría de las instituciones y personas que realizan experimentación animal lo hacen de forma seria, rigurosa y responsable, con el cumplimiento estricto de la ley y con el respeto más escrupuloso a los criterios éticos internacionales sobre bienestar animal.


Desde la comunidad científica las condenas han sido unánimes. La Confederación de Sociedades Científicas de España (COSCE), promotora del acuerdo por la transparencia en experimentación animal, acordó apartar temporalmente a esta empresa del acuerdo mientras se investigaba lo sucedido. La Asociación Europea de Investigación Animal (EARA) insistió en la necesidad de realizar una investigación independiente de los hechos.

A favor del bienestar animal
La experimentación animal es una de las actividades científicas más estrictamente reguladas en España y en la Unión Europea. Solo se permite investigar con animales en aquellos casos que esté debidamente justificado y razonado, cuando no puedan usarse métodos alternativos que eviten el uso de animales, en centros que estén oficialmente registrados, por parte de personal capacitado y formado para ello, técnica y éticamente, y tras obtener la autorización de la autoridad competente.


Solo se permite investigar con animales en los casos que esté debidamente justificado y razonado, cuando no puedan usarse métodos alternativos y tras obtener la autorización


Obtenida de las comunidades autónomas, en el caso de España, esta autorización requiere la validación preceptiva de los comités de ética locales y la evaluación favorable de los órganos habilitados institucionales o externos, como dicta nuestra legislación.

Es muy difícil conseguir investigar con animales. De hecho, es un privilegio. Así nos lo pide la sociedad a través de sus representantes en los parlamentos nacionales y europeos, que legislan en consecuencia, respondiendo a la demanda de protección de los animales usados en investigación y docencia, subrayando el insoslayable respeto por el bienestar animal que debe presidir toda experimentación animal.

Esta se lleva a cabo de acuerdo con el principio de las tres erres: reemplazo, reducción y refinamiento. Estos principios se refieren a: reemplazar los estudios con animales por métodos alternativos siempre que sea posible; reducir el número de animales en cada procedimiento a los estrictamente necesarios para poder obtener resultados concluyentes; y aplicar en todo momento los métodos más avanzados en el cuidado y uso de los animales que maximicen su bienestar animal y minimicen su posible daño.

Mayor control de las instalacionesSi todo lo anterior es de obligado cumplimiento, tanto para los centros de investig


No todos los laboratorios son iguales (I)

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