Si uno va por la calle y ve una manifestación de furibundos ciudadanos gritando “Junqueras, traidor, púdrete en prisión”, como mínimo, se puede imaginar que son simpatizantes de Vox. Lejos de ello, quienes coreaban esos eslóganes eran independentistas que también tenían lo suyo para JxCAT. Pero sus quejas no eran porque Cataluña, ese país al que dicen amar con locura, lleve casi un año sumido en el desgobierno. Lo suyo es que se les hace demasiado lento el proceso hacia el independentismo. Eso sí, lo que más mosqueó a los de ERC es que, por el medio, también se escucharon gritos en favor de Puigdemont. El fugado de la Justicia sabe que lo tiene claro para volver a este país si no es pasando previamente por el banquillo de los acusados y está dispuesto a lo que sea para intentar evitarlo. Otra cosa es que haya unas cuantas decenas de miles de ciudadanos catalanes que estén dispuestos a apoyarlo en su huida hacia adelante.