Con el cumplimiento de las normas sanitarias por parte de los cargos públicos pasa como con los penaltis en el fútbol, que son interpretables. Una cena prohibida en realidad es una reunión de trabajo a deshora y una violación del cierre perimetral es una visita oficial. Al presidente cántabro le piden que dimita por una comida, con puro incluido, en lo que una asociación de hosteleros define como el interior de un local. La zona en cuestión es una especie de reservado al aire libre, separado por paneles de madera. Tres, eso sí, uno más de los permitidos para que se considere terraza. El penalti es dudoso.