Componer es en mí una necesidad biológica; la esencia de mi existencia”. Son las palabras del maestro Rogelio Groba Groba, nacido en Guláns -Ponteareas- en 1930, en un tiempo en el que nuestro panorama musical resultaba desalentador ya que escaseaban medios para la formación, modelos a seguir e incluso intérpretes para abordar los grandes repertorios. Sólo la fuerza de los sueños y el amor incondicional a la música hicieron posible el trayecto del compositor que se iniciaba con la Banda “A Unión” y que proseguía en el Real Conservatorio de Música de Madrid, los años en Suiza, aproximándose a las corrientes creativas europeas y la estancia en A Coruña, en donde desarrolla una ingente labor y en donde tienen lugar sus estrenos más relevantes. “Mi camino ha sido un pentagrama en tempi de adagio, andante o agitato”, lo que se refleja en una copiosa obra con más de 700 títulos que abarcan todos los géneros y estilos: de la ópera al ballet, del oratorio a la canción, la música para orquesta o la de cámara, para piano, coro e incluso para “cuarteto enxebre”. Dilatada correspondencia de títulos catalogados por el periodista y escritor Manrique Fernández, también letrista en gran parte de la obra vocal del compositor y autor de su biografía. Música que transcurre entre dos ejes esenciales: “In modo antico”, el de la huella de la tradición y el clasicismo más ancestral y el “grobiano”, más personal, siendo siempre Galicia la identidad etnográfica presente e inalterable: “La sueña, la describe, la imagina, la dibuja… en sus pentagramas sin ataduras”. Una obra por la que el autor obtiene destacadísimos premios y por la que ahora la Xunta de Galicia le propone para la concesión del “Princesa de Asturias de las Artes”, un reconocimiento más que merecido para el maestro y también para los gallegos; algo que secundamos desde estas líneas ferrolterranas.