La Lomloe y las competencias

El Partido Popular presentó recurso de inconstitucionalidad contra varios artículos de la Ley Celaá y anuncia su derogación en cuanto lleguen al poder. De nuevo, vuelta a empezar, el estigma que viene acompañando a la educación en España.


Ese recurso coincidió con la presentación del modelo del futuro currículo escolar que “se apoyará más en el aprendizaje de competencias para resolver problemas reales y menos en el saber enciclopédico y la memorización de conceptos”. Se potencia saber aplicar los conocimientos sobre ejercitar la memoria.


Suena bien pero es poco novedoso, algo parecido ya lo dijeron Neil Postman, Diez-Hochleitner y James Botkin hace años. “El aprendizaje es un proceso que prepara a los escolares para hacer frente a nuevas situaciones”, escribió Botkin en 1979. En Aprender, horizonte sin límites contrapone el “aprendizaje de mantenimiento” que enseña para enfrentarse a situaciones conocidas, al “aprendizaje innovador”, que transmite conocimientos, destrezas y actitudes para vivir en un mundo cambiante. Es lo que en el nuevo currículo se llama “memoria comprensiva”.


Por su parte, Felipe VI en Pereiro de Aguiar –apertura del curso 2014– pidió un esfuerzo para “formar ciudadanos abiertos y con capacidad de juicio que puedan desenvolverse en entornos cambiantes y exigentes”. Objetivo que no lograron las leyes de educación y ahora se encomiendan al nuevo diseño curricular.


Que puede fracasar. Primero, porque no cuenta con la comunidad educativa. No cuenta, sobre todo, con los profesores, que son la clave de la calidad y eficiencia del proceso de aprendizaje, a los que hay que dotar de medios materiales, investir de autoridad, facilitar su propio proceso formativo y prestigiar su función. Segundo, porque no tiene en cuenta que el “modelo de competencias” para aplicar en nuevas situaciones necesita “memorizar” conceptos.


De hecho, para los autores citados la memoria es fundamental en la ruta del aprendizaje y la experta educativa Inger Enkvist cuestiona la nueva pedagogía. “A la escuela se va a estudiar, a adquirir conocimientos”, señala.


En medio del barullo, tranquiliza saber que en Galicia, que puede fijar el 50 por cien del currículo, el sistema educativo sabe armonizar el modelo memorístico tradicional con el aprendizaje de competencias para aplicar en la vida diaria.


Como conclusión -opinión personal-, mientras no se alcance un pacto de Estado por la educación con ley consensuada -una Constitución de la enseñanza- que ponga orden en el caos de criterios, programas y evaluaciones, esta y otras iniciativas son un parche, la enseñanza seguirá dando tumbos. Para desconcierto de profesores y alumnos e indignación de los padres. 

La Lomloe y las competencias

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