Retirada táctica

Anteayer hizo justo un año de la comparecencia de Pablo Iglesias en rueda de prensa en Moncloa, junto con el entonces ministro de Sanidad, Salvador Illa, para acallar críticas de comunidades y sectores productivos que ya empezaban a aflorar apenas decretado el estado de alarma.


Hasta ese momento, el vicepresidente segundo y ministro de Derechos sociales había quedado fuera del núcleo duro de la gestión de la crisis y mediáticamente había estado desaparecido, entre otras circunstancias porque dijo haberse puesto en cuarentena tras dar positivo por coronavirus su pareja y ministro de Igualdad, Irene Montero.


Aquel día reapareció –chaqueta, camisa blanca, corbata oscura y todavía coleta- ante las cámaras televisivas y lo hizo con un largo discurso político de defensa de lo público, el anuncio de que el Gobierno repartiría unos cuantos millones de euros en ayudas, y el manifiesto de dar “prioridad absoluta a las desbordadas residencias de ancianos”.


Por su parte de aquello nunca más se supo. No visitó, que se sepa, ni una sola de dichas instalaciones, que tan duros momentos han vivido. Él se dedicó a otras cosas. Ahora se ha descolgado, con su salida del Gobierno del que a nivel de vicepresidente forma parte y hasta poniéndole deberes al propio presidente Sánchez. ¿Pero por qué deja el Gobierno nacional para lanzarse como candidato en unas elecciones regionales para él de incierto resultado?


Podría ser esta la pregunta del millón. No obstante, en medio de insultos de grueso calibre a la derecha y de la hojarasca de su video anunciador, algo apuntó al respecto: “Un militante debe estar donde pueda ser más útil”. Y a decir verdad, hoy por hoy parece más necesario al frente del partido que en el seno minoritario de una coalición de gobierno donde le cabe dejar bien guardadas las espaldas. Y es que, a la vista de las primeras encuestas, Podemos puede dejar de existir en la Asamblea o Parlamento autonómico de Madrid.


Como se ha recordado estos días, la ley electoral de aquella comunidad –artículo 18.2- establece que para la distribución de escaños sólo serán tenidas en cuenta las listas que hubieran obtenido al menos el 5 por ciento de los sufragios válidamente emitidos. Y según alguno de los sondeos publicados, hoy por hoy Podemos estaría en el 5.1; esto es, al borde, a una décima del precipicio. Madrid es una de las comunidades que tiene el sistema electoral más exigente en este punto concreto, al igual, por cierto, que Galicia. Desaparecer de Madrid sería la puntilla política para un partido ya en declive.


De todas formas, habrá que esperar al final de la película. Porque my bien podría tratarse de una retirada táctica y temporal: ayudar con su peso político personal a recolectar votos para Podemos y, si resulta elegido, renunciar al acta madrileña para quedarse en el Congreso. De otra manera no se entiende la jugada.

Retirada táctica

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