Nuestra historia pesa inexorablemente en el subconsciente de nuestros políticos actuales. El rancio talante democrático de nuestros dirigentes es una lacra, que venimos sufriendo desde el siglo XIX. Pero no podemos extrañarnos, la estructura y modelo de nuestros partidos actuales es de esos siglos, incluso no ha cambiado su lenguaje radical de: progresistas y conservadores, azules y rojos, derechas e izquierdas, constitucionalistas e independentistas, buenos y malos... Todo lo representan en blanco o negro, cuando ya desde hace tiempo que, muchos de nuestros ciudadanos han nacido en la policromía del color: con el cine, la fotografía, la televisión, los ordenadores…, tenemos millones de matices de colores. Es tremendo soportar la actual tomadura de pelo de estos dirigentes. Dejan en evidencia que, a pesar de ellos, el estado sigue funcionando sin gobierno. Tal vez, retorciendo la ley esperan prolongar su personal vida asistida (económica y social), ocupando puestos innecesarios sin tener que dar palo al agua, por tercer año chupando rueda de los presupuestos de Montoro.
Las redes sociales son una nueva realidad digital. Sin lugar a duda, en la que también intentan la manipulación mediática, con esos nuevos y fabulosos recursos de esta era en internet. Era digital que también permite a la ciudadanía enterarse de noticias ocultadas en los medios tradicionales de comunicación, manejados desde el poder económicos con fuertes lobbies y en manos de los partidos políticos. Probablemente, ¿iremos a nuevas elecciones o no, y lo estiran hasta el último minuto de la prórroga? En la mayoría de otros países, los partidos tendrían que presentar nuevos cabezas de lista. Aquí no es necesario, ellos mangonean la democracia dictatorialmente, y repetiremos una y otra vez hasta que salga lo que quieren. Empiezo sospechar que somos un laboratorio social o, ¿no será que, ya en la era digital, los nuevos pucherazos con manipulación de tendencia podrían ser informáticos?
Lo único cierto es, que son lobbies de las multinacionales los que cortan el bacalao. Con unos o con otros, tienen asegurado que ellos siempre salen ganando, apostando a blanco y negro. No obstante, parece que necesitan de unos comediantes que hayan ganado democráticamente las elecciones, y que sigan legislando con una necesaria estabilidad para el exprimir al máximo a los ciudadanos: rebajando sueldos, con unos contratos precarios sin derechos, expulsando a nuestros mejores profesionales al extranjero, e importando esclavos de África. Lo lamentable de esta historia, de los últimos cuarenta años, de falsa democracia, fue aquel relato que ilusionó a una gran mayoría de ciudadanos. Pero que hoy, esos ciudadanos del pasado ya les resultan un estorbo por sus pensiones públicas, y fuerzan motivos para que unos pocos especuladores financieros alcancen un mayor beneficio con un proceso de privatización.
La indefensión de los ciudadanos está garantizada con este modelo, de lo blanco o lo negro de estos rancios partidos. Izquierda o Derecha, de lo contrario el caos. Los nuevos partidos tienen que ser azules o rojos, no existe otra gama posible ¿Qué alternativa tienen aquellos ciudadanos que ven el futuro de la era de la inteligencia robótica en policromía de colores y con humanismo? Durante estos seis meses en funciones, lo más destacado, políticamente, son los sueldos de sus señorías apuntados a comisiones para incrementarse unos buenos suplementos, con ni siquiera presentarse a plenos parlamentarios. No hablemos de los sueldos de los alcaldes, diputaciones y autonomías, que se lo auto subieron al día siguiente. Mientras tanto, mantienen al pueblo estrangulado con falsas promesas incumplidas. ¿Qué esperanza nos queda a los ciudadanos con semejante modelo democrático? Evidentemente, no nos representan, ni trabajan por nuestro bien estar común, especialmente los que pasaron de la Puerta del Sol sobre pallets y plásticos bajo la lluvia, directamente a pisar moqueta en el Palacio de San Jerónimo y, de inmediato olvidar aquello de rodear a los dictadores democráticos, que olvidaban los intereses reales de los ciudadanos. Vivimos, en directo televisivo, esta democrática dictadura, como un patético sainete valleinclanesco de otros siglos.
Vivimos en mundos paralelos: los políticos por su lado con sus interese personales-partidistas, y por otro, los utilizados ciudadanos para sus fines recaudatorios, sufridores silenciados. Mientras, las grandes bancos nos obligan a trabajar gratis, bajo amenaza de cobrarnos abusivas comisiones de mantenimiento si no trabajamos on line. Este es el resultado de una democracia sin demócratas, ¿será blanco o negro? Y será impuesto sin equidad de las partes contratantes: ganan los señores medievales y pierden los siervos de la gleba. ¡Vivan las cadenas!