Es de franca justicia

La exhumación de Franco es una cuestión que, entiendo, se ha de abordar al margen de estrategas políticos, siempre en tensión, siempre tensionando con sus argumentos a favor y en contra, todos ellos, por unas razones u otras tan gastados como carentes de la nobleza que debe presidir un acto de justicia. 
Es por ese grosero manejo que más que una justa decisión parece que estamos ante una privatización más. Y es que, como en todas ellas, se busca un rédito político. 
En un caso, el sostenimiento de la gran mentira en que nos estamos convirtiendo por no atenernos a nuestros naturales recursos, y esta de carácter más partidista que ideológica, pero aparejadas ambas a la misma forma de hacer política de supervivencia a costa de lo que sea y de quién sea. 
No obstante, como he dicho, al margen de esas bastardas razones, tenemos, como sociedad, la obligación de sobreponernos a sus manejos y atender el clamor de las víctimas y la naturaleza del verdugo. Franco no tenía derecho a levantarse contra el Gobierno legítimamente elegido, sumiéndonos en una sangrienta guerra civil con los costes y secuelas que aún arrastramos. 
Como no lo tenía para apropiarse de nuestras voluntades y gobernar a golpe de la suya nuestro destino. Razones más que suficientes para que no se le permita descansar en un lugar cargado de tanto simbolismo y que debería, a mi juicio, mantenerse como recordatorio de lo miserables que podemos llegar a ser.

Es de franca justicia

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