El alcalde y los ediles de la Marea llevan en sus despachos tres años y apenas se les ha visto trabajar en beneficio de la ciudad a la que representan y a la que están obligados a servir como sus legítimos representantes, claro está, con el beneplácito de la ayuda incondicional de los socialistas y el Bloque, que los mantienen en sus puestos de forma artificial, dando oxigeno a un enfermo en fase terminal. Las elecciones son en la primavera del próximo año y la candidatura que presentan estas tres formaciones en su conjunto no goza del estímulo ciudadano. Lo tendrán que valorar a tiempo si quieren salvar los muebles.
La Marea ha dejado todo su trabajo para el final, como un estudiante que deja los exámenes para última hora, luego se da el atracón, pero no logra los resultados apetecidos; es normal. Lo que no se hace en una legislatura de cuatro años, malamente se va a conseguir en apenas uno. En definitiva, la resaca se los puede llevar por delante. El trabajo a estas alturas se le está acumulando a la Marea, porque, aparte de no haber hecho nada, sigue en la completa inacción. De hecho, los trabajadores del servicio de limpieza están indignados con el nuevo contrato de la recogida de basura, el personal municipal tampoco está contento, la Policía Local tiene su particular reclamación todavía pendiente de salarios y así numerosos asuntos.
Además preocupa a la ciudadanía la falta de coordinación municipal en el trabajo de las concejalías, que existan numerosas calles sin asfaltar, así como la carencia de otros equipamientos de forma urgente. Los barrios tienen déficit de instalaciones y muestran un total abandono, los pasos de peatones están en su mayoría borrados o apenas se notan las líneas y otros dan muestras del mismo abandono. Además de los problemas sin solucionar de las terrazas de hostelería, el servicio de transporte público, las licencias de apertura por obras de establecimientos y sobre todo el abandono en que se haya el Ofimático desde hace cuatro años, la falta de entendimiento con el resto de las corporaciones públicas, como son los ayuntamientos limítrofes, la Diputación Provincial y la Xunta de Galicia. No digamos del escándalo publico de los pisitos adquiridos con los impuestos de los coruñeses a un allegado mareante con un valor que suma los 145.000 euros y que no cumplen las condiciones establecidas por el propio Ayuntamiento.
Los vecinos se muestran enfadados y discrepan del trato que reciben de los ediles municipales, entre otros muchos problemas que arrastra la sociedad coruñesa como la falta de interés por el centro de salud de la Falperra y su mercado de Santa Lucía. Que no verán solución hasta la próxima legislatura. Hay mucho trabajo por hacer.