Los españoles somos muy de impulsos. Por ejemplo, cuando comenzó lo del confinamiento nos echamos como si no hubiera un mañana a las tiendas para intentar acaparar todo el papel higiénico que entrara en nuestras casas. A estas alturas, hay familias que saben que podrán incluir parte del cargamento en el testamento para sus tataranietos. Luego llegó la fiebre de las bicicletas estáticas, las elípticas, las cintas de correr y hasta las pesas. A estas alturas todavía hay empresas de esas de venta por internet que están anunciando pedidos que se entregarán allá por el 2041. Y, ahora, lo que se impone es la renovación del hogar. Tanto es así que esa conocida franquicia sueca que vende muebles y albóndigas (curiosa mezcla) ha agotado los sofás y los escritorios. Ojalá fuéramos capaces de adivinar qué será lo siguiente, para montar una tienda y hacernos de oro.