ablo Iglesias está nervioso. Le desconcierta que pese a sus esfuerzos para apuntarse el tanto político del Ingreso Mínimo Vitalen Galicia y en el País Vasco Podemos retrocede en expectativas de voto mientras que el PSOE se mantiene e incluso sube. Las elecciones que se celebraran el domingo en estas dos comunidades deberían ser el escenario para cosechar los primeros frutos de la gestión de los ministros de Podemos. No parece que eso vaya a suceder. Al contrario, parece que la parroquia morada está dividida. Podemos no es un partido a la manera clásica, todavía prevalece el espíritu inicial de movimiento asambleario. La cosa no viene de ahora. Los males son anteriores a la llegada de Iglesias al Gobierno y se fueron reflejando en las reiteradas pérdidas de votos y escaños tras el escándalo del famoso chalet de Galapagar. En 2015 Podemos consiguió 69 escaños en el Congreso, en 2019, retrocedió a 35.
La expectativa electoral es adversa e Iglesias y su círculo que en la práctica se reduce a Montero, ministra de Igualdad, y Echenique, el portavoz parlamentario, sobreactúan rescatando el viejo discurso victimista de las “cloacas del Estado”. Lo pusieron en marcha en la última campaña pero con poco éxito a juzgar por el resultado. Entonces Iglesias y los suyos denunciaban un supuesto plan para impedir que Podemos llegara a formar alianza con el PSOE y acceder al Gobierno. Lo irónico del asunto fue que un Sánchez asustado por el retroceso del PSOE la misma noche de las elecciones olvidando las promesas formuladas durante la campaña llamó a Iglesias y le ofreció entrar en el Ejecutivo.
Caía así por la base el relato de la supuesta operación de las “cloacas”. Iglesias no sacó las oportunas conclusiones y ahora vuelve con la misma sonata. Ahora, según dice, el objetivo de las “cloacas” sería “derrocar” al Gobierno. Un relato que no se sostiene pero que repiten de manera obsesiva. El desvarío le ha llevado a defender los insultos y a señalar a periodistas. Iglesias ataca a la prensa libre creando cortinas de humo para desviar la atención de las pobres expectativas electorales del domingo y, sobre todo, por su confusa conducta en el llamado caso “Dina”, un asunto que investiga la Audiencia Nacional. Frente al ataque a los medios, Margarita Robles, la ministra de Defensa, le ha puesto en su sitio con una sola frase: “Los medios de comunicación son el oxígeno de la democracia”. Que vaya tomando nota.