Hasta la aberración tiene límite

Es verdad que el PSOE podría facilitar, absteniéndose o votando a favor, la investidura de Rajoy y la subsiguiente formación de un gobierno del PP, pero no lo es menos que para eso no habrían sido necesarias dos elecciones ni la dilapidación de los millones de euros: habría bastado con que PP y PSOE se hubieran presentado juntos y revueltos, en listas cremallera, a las elecciones.
Pero como eso no sucedió, pues incluso las aberraciones políticas tienen un límite, lo que tenemos es algo de lo más natural: que un partido de izquierda, el PSOE, no quiere, no puede, entregar el gobierno a su antagonista, un partido de derechas, el PP. Es más; la circunstancia de que los socialistas no quieran, porque no pueden, hacerse el harakiri facilitando a Rajoy la formación de gobierno, es, acaso, la más comprensible y menos disparatada de cuantas se están dando desde hace siete meses.
Ahora bien; si lo que se quiere es criminalizar al PSOE por considerarle responsable de la inevitablidad de unas terceras elecciones, tampoco hay mucho que rascar desde la lógica y el sentido común: ¿Por qué no vota a favor o se abstiene Unidos Podemos, al que nadie acusa del bloqueo? ¿Acaso no tiene el partido neo-leninista de Iglesias aspiraciones socialdemócratas, o acaso no tiene ganas de exhibir su potencia opositora, para lo cual tendría que haber un gobierno cuya formación podría facilitar? O, si no Podemos, ¿por qué no votan a favor del PP o se abstienen los demás, lo que desbloquearía la situación sin necesidad de que España perdiera, por el descrédito que le acarrearía machihembrarse con la derecha, al partido referente de la izquierda moderada?

Hasta la aberración tiene límite

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