Mi entrañable amiga María del Carmen, mi querida Katia, me habla con esa dulce serenidad que el tiempo y el cariño tejen nuestros corazones. Reanuda conversaciones mantenidas en la pubertad y lo hace con esa pulcritud, firmeza y lozanía que acompañan nuestras vidas. Katia es esa mujer inteligente, erudita, alegre y bien preparada académicamente que dieron abundantes y magníficas profesionales formadas en la Universidad de Santiago, facultad de Farmacia.
Y su conversación, al margen de momentos esporádicos donde echamos una parrafada telefónica, es a través de libros que nos sorprenden en el momento preciso y más oportuno. Tal los “Cuentos reunidos” de Cynthia Ozick (Edición Lumen. Setecientas páginas apretadas en concienzuda encuadernación tipográfica). Gran heredera de Henry James, según la crítica. Novedosa autora que pelea cada frase, sílaba a sílaba. “Bien mirado, escribir es en el fondo un acto de valor”. Neoyorquina, es nombre cimero en las narraciones norteamericanas del siglo XX. Ha recibido múltiples premios y rozó el Nobel de Literatura. Mi libro abarca diecinueve relatos con personajes, situaciones y objetos judíos desde “El rabino pagano”, que los encabeza, hasta “Dictado”, que los cierra, mientras nos introduce con una cita recordatorio sobre los que los sionistas no pueden distraerse con nada durante el estudio. Interesante el glosario final con versiones de términos judíos al lenguaje común.
Los cuentos son explosivos. Revolucionarios. Irracionales. Minuciosos. Rompen tradiciones y escandalizan. Así, cuando un personajes confiesa a otro “al batallar durante cinco horas para hacerle a Ostrover decir “grande” en vez de “descomunal”… entonces es cuando él se convierte en un “moderno”. Lo que está escrito en yiddish no vale. Rozan pornografía y rezuman erotismo. Son como los suspiros de la copla, que van al aire, y aquí se mecen por la brisa sin dejarlos posar…