El licenciado en Medicina, Fernando Simón, ha vuelto a referirse a que achacar a las manifestaciones masivas como causa relevante de la extensión de la pandemia del coronavirus es algo imprudente, porque existen otras variables. A mí me parece que lo imprudente es decir que está todo controlado y que la epidemia no es grave, cuando se manejaban datos desde diciembre de 2019. Porque el nombre asignado al coronavirus -Covid-19- con ese número, no es un capricho, sino que se refiere a que ya se tenían informes muy preocupantes en el año 2019. Esos informes no los conocíamos un abultado grupo de periodistas -entre los que me incluyo- y que atribuimos a que sería algo así como el mal de las vacas locas, que quedó en nada. Nosotros fuimos imprudentes, por creernos al licenciado en Medicina, Fernando Simón, y pecamos de ingenuos cuando también nos creímos que las mascarillas servían para muy poco, y, por supuesto, cuando declaró que a un hijo suyo no le desaconsejaría ir a la manifestación de las adolescentas (con “a”, por favor) feministas.
Cuando nos llamó indecentes a quienes señalábamos errores en la gestión no me sentí aludido, porque Fernando Simón, no es quien para repartir carnets de decencia o de indecencia, pero lo que me tiene intrigado son lo de las variables a las manifestaciones masivas. Las variables son casi infinitas. ¡Quién sabe! A lo mejor, la temprana primavera provocó una subida de la libido, y la libido ya sabemos que nunca se conforma con guardar dos metros de distancia. O a la gente le dio por escuchar música que incita a la promiscuidad. Las variables... Lo que no varían son las medias verdades, los manipulados porcentajes de letalidad, el conteo de muertos hecho por suspendidos en matemáticas, o el argumento de moda y definitivo: la culpa la tienen los madrileños que votan desde hace años al PP. El equipo secreto de expertos lo hace todo bien. Y Fernando Simón es un hombre de convicciones. Convicciones que cambian, según los días y los propósitos del Gobierno. Sea dicho con toda prudencia.