Los famosos monos –ver, oír y callar– fueron elegidos, según la tradición, como ejemplo de que no se debe escuchar lo que incite a las malas acciones; ni hablar sin fundamento ni ver, como natural, las malas acciones.
Ahora se dice, también, que se puede traducir por un “ver, oír… y callar, para no tener problemas”. ¿Un ejemplo? Don Mariano, anunciando el congreso del PP, dijo que “la corrupción es historia”, o sea, lo que vimos y escuchado ¡pelillos a la mar! Lo que sucede, la constante realidad, es que la corrupción en el PP es histórica: ahora un juzgado imputa a la antigua cúpula del PP en Toledo por el caso de la “mordida de doscientos mil euros recibidos para financiar la campaña de María Dolores de Cospedal”, secretaria general y hoy ministra de Defensa.
Otra: el líder del PP de Almería (del que Rajoy dijo que era un gran político y un tipo estupendo) está siendo investigado, pues “otorgó licencias a familiares para construir ochocientas cuarenta y cinco viviendas en el ayuntamiento de Roquetas de Mar. ¿Beneficiados? Primos, cuñados y sobrinos. ¡La familia es lo primero!, que decía don Corleone. Mariano, claro, ni sabía de eso, ni había escuchado nada y por eso estaba tan callado por lo de la corrupción histórica.
Hay más: la Comunidad de Madrid admite que en la etapa de Aguirre como presidenta se espiaba a los “contrarios” usando dinero público. Como es norma en el PP, Aguirre –que llegó a la presidencia de Madrid por el “ tamayazo” (compra de dos diputados socialistas)–, asegura que ella ni fue, ni sabe, ni oyó ni vio nada. Eso no es óbice para que doña Espe sepa lo que pasa en Podemos, tenga la solución a los problemas del PSOE y –como ironizaba Gabilondo en la SER– sea capaz de dirigir a la policía urbana de Madrid en cuestiones de aparcamiento.
Qué monos, ¿verdad? Pues tampoco ven mucho más allá (hacía atrás, hacia sus orígenes) los dirigentes actuales del PSOE, pues no recuerdan que Peces-Barba fue el impulsor de que la Carta Magna reconozca la realidad histórica de que España es una nación de naciones y de regiones diferenciadas. El caso es que, entre unos y otros, quieren una ciudadanía a la que más nos vale ver, oír y callar, para no tener problemas. O sea, no causarles problemas a ellos. Conmigo que no cuenten.