La economía española ha superado a lo largo de los últimos años la peor crisis en mucho tiempo. Gracias a los cambios en el mercado laboral, la reforma del sistema financiero, el aumento del turismo o el cambio del modelo productivo a uno en el que miles de empresas han apostado por la exportación, se pudo superar los peor de la crisis. En los últimos años, el PIB ha aumentado el 3 por ciento, se han creado 500.000 puestos de trabajo anuales y el sector exterior ha consolidado un superávit importante.
Cierto que a estos logros han ayudado los llamados vientos de cola: un precio del petróleo bajo, tipos de interés asequibles y ayuda del BCE. Sin embargo, y a pesar de que ya no van a soplar tanto, todos los expertos y servicios de estudios nacionales y extranjeros siguen ofreciendo unas previsiones para la economía española de crecimiento importante del PIB y del empleo. Expectativas que sin duda mejoraron el día que el Congreso aprobó los Presupuestos Generales del Estado para 2018. Unas cuentas en las que el Gobierno ha hecho demasiadas concesiones de gasto en aras de la estabilidad y gobernabilidad.
Sin embargo, apenas 24 horas después de esa aprobación, apoyada in extremis por los cinco diputados del PNV, de nuevo todo se puede venir abajo. La excusa para poner todo otra vez patas arriba ha sido la sentencia del caso Gürtel. Y efectivamente la maquinaria para derribar al PP y echar a Mariano Rajoy se ha puesto a trabajar a todo gas. Primero fue Albert Rivera pidiendo elecciones generales y después Pedro Sánchez que ha visto la posibilidad de llegar a la Moncloa presentando una moción de censura que espera ganar con el apoyo de quien sea: independentistas, populistas y comunistas. Los que quieren romper España con el que quiere ser presidente al precio que sea.
Veremos qué ocurre, y cuál es el impacto seguro que tendría sobre el PIB y el empleo. De momento, el mero anuncio provocó una caída del Ibex del 1,7 por ciento, aunque llegó al 2,5 por ciento, unos 10.000 millones de euros de capitalización de las empresas y una subida de la prima de riesgo y de los tipos de interés de la deuda.