Esto apesta

Llegamos a límites insospechados. No creo que “la camorra”, “la cosa nostra” o la banda de Al Capone hicieran tanto en tan poco tiempo. Nos cuentan que en Valencia están abiertas 38 causas por casos de corrupción. Nos dicen que en la capital, el Partido Popular está acusado de nueve delitos y que las fianzas a sus principales acusados suman doscientos millones de euros. La autoridad judicial pide incluir entre los investigados y/o imputados, al arzobispado como cómplice necesario en todo ese negocio oscuro, obsceno, que se montó con motivo de la visita del Papa. 
Un caso más a añadir a otros tantos asuntos delictivos que están siendo objeto de la atención policial y judicial, como el de las obras en Génova, la caja B para pagar actos electorales, sobresueldos y otras bagatelas –puros, trajes, vino de marca, etc.,– según aquellos papeles de Bárcenas, que eran fotocopias de unas fotocopias y que, poco a poco, fueron tomando cuerpo y nombres cuando algunos de los que recibieron la pasta, confesaron y otros de los que la dieron, lo corroboraron.
Una periodista valenciana, preguntada en la tele a cuánto ascendía el total de las mordidas o estafas, dijo que era incalculable, pero que, por lo menos, alcanzaba los mil millones. Y en un juzgado bautizaron una de esas operaciones como “apología de a prevaricación”.
Y todo este pestazo, esto que cheira que fede, cuando las encuestas siguen sin reflejar el precio de la corrupción, la mentira sin pudor y el atraco a los ciudadanos, y el presidente en funciones le anuncia a Bruselas que amén, que a la orden; que se hará lo que sea con tal de seguir en el machito, que esto es jauja, un negocio, una lluvia de millones… que, según la periodista valenciana, por lo menos, alcanza en aquella tierra de las flores y el amor, los mil millones… y aún hay otros treinta y tantos casos esperando sentencia y los asuntos de Madrid con docenas de encausados y un amplio etcétera, que, al parecer, al presidente en funciones no le consta, no lo sabía (aguanta Mariano, aguanta, que falta poco) y, eso sí, que “nunca volverán a pasar”.
Y a todo esto la última encuesta denuncia que una de cada cinco familias españolas vive (si eso es vivir) con menos de setecientos euros al mes.
Pero hay más: desde la autoridad en funciones siguen con su circo y agitan la chistera en busca del conejo de la suerte. Maldita suerte la nuestra.

Esto apesta

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