es sabido que en ocasiones nos vemos en el trance de desdecirnos de nuestras afirmaciones, desistir de nuestras promesas o reconocer nuestros errores o limitaciones, y esto resulta tan humanamente comprensible que forma parte de nuestra propia y elemental naturaleza. Sin embargo, convendría que cuando esto ocurre seamos capaces de aceptar que también les pasa al resto de los mortales, incluso a esos a los que se ha atacado de forma inmisericorde. Así que cuando algunos defendían con ardor la remunicipalización de servicios y ahora aceptan el statu quo de la privatización, como hace el gobierno de FEC con el contrato de basuras, sería bueno que reconocieran su error, su inoperancia o su incapacidad para concretar sus antiguas promesas, y no aplicar la ley del embudo exigiendo pasar por lo estrecho a los demás y dejando lo ancho para nuestros propios incumplimientos, sobre todo porque sigue habiendo grupos en el Concello que defienden con toda la legitimidad la viabilidad de la remunicipalización olvidada por los adalides de la pureza política.