La palabra teatro, derivada del latín y ésta del griego, equivale a mirar y define el edificio, local o sitio destinado a la representación de obras dramáticas y otros espectáculos públicos propios de la escena. Igualito que nuestro entrañable “teatro Colón” abatido en su marcha hacia el sumidero de la crisis actual. Ahí es nada. Una escuela de sabiduría popular se nos escapa por falta de pupitres, alumnado y profesorado para impartir cultura. Son muchos intereses en juego para La Coruña, Galicia y cuantos tengan el buen gusto de visitarnos.
Lo importante es despertar al espectador dormido o simplemente reacio. Conmoverlo hasta el corazón
Nuestra Diputación Provincial, Ayuntamiento y Xunta armonizan y trabajan comprometidos por conservar en perfecto funcionamiento tal disciplina colectiva, que ilustra y humaniza mientras entretiene y divierte. Lo didáctico jamás está reñido con otras funciones colaterales que la enriquezcan y hagan más expresivas y variadas. Lo importante es despertar al espectador dormido o simplemente reacio. Conmoverlo hasta el corazón y sensibilizarle el cerebro.
Cito de memoria, pero el hermoso local de La Marina se inauguró comercialmente con la proyección de la película “La vida privada de Walter Mitting”, un iluso que hacía reales sus sueños al ver anuncios… Después actuó la fantástica compañía Lope de Vega, que desembarcara en nuestra urbe tras exitosa gira americana, con Carlos Lemos de cabecera y títulos renovadores: “Muerte de un viajante”, “Té y simpatía”, “Cuarto de estar”, “Llama un inspector”, etc.
Ahora corre las calles mi amigo Petapouco gritando con indignación compulsiva, “el teatro lo quiere”. Así lo demanda el amor y conciencia cómica –empresarios, actrices, actores y demás gentes que representan esperanzas– que claman aplausos y vítores. Reiteramos, pese a los malos tiempos, el compromiso moral adquirido por las instituciones públicas gallegas de apoyar las actividades del teatro Colón.