PARA ESTAR INDIGNADOS

La noticia de la semana pasada fue la nacionalización de Bankia, nombre comercial de lo que fuera una caja de ahorros sana que, en palabras de González Urbaneja, tenía “costes bajos, muy baja exposición a riesgos y una colosal franquicia en Madrid, valores centenarios de una buena caja que se destruyeron en pocos años”. ¿Cuáles fueron las causas por las que una entidad financiera sana se conviertió en unos pocos años en un problema para el sistema financiero y para la credibilidad del país?.

Ahora los gestores, los consejeros y el gobernador cuando le toque se van de rositas y el Estado –todos nosotros– nos quedamos con el marrón para levantar esta ruina

 

Simplificando mucho, en primer lugar, hay que hablar de errores clamorosos en la gestión sin control durante la larga etapa de crecimiento económico con el modelo productivo de la construcción, dirigida por “una presidencia manifiestamente incompetente e irresponsable” que dejó una herencia a los últimos gestores que no era fácil de enderezar.

Al lado de la presidencia y apoyando su gestión estaba el Consejo de Administración con representantes que cubrían todo el arco ideológico y parlamentario de la vida pública española -por cierto, generosamente retribuidos por llevar a la entidad a la ruina-. “¿A que nacionalizar una cosa tan estatalizada como Bankia, se pregunta el analista económico Primo González, a la que le salen los políticos por las orejas y los funcionarios y sindicalistas por todas las costuras?”. Con los resultados de esta “nacionalización encubierta” aún quedan políticos a los que se les llena la boca hablando de recuperar una banca pública.

Pero tan grave como la gestión irresponsable de dirigentes y consejeros es la dejación de funciones del supervisor, el Banco de España y su Gobernador. Es inexplicable su irresponsabilidad e inoperancia en la supervisión del sistema financiero, no solo de la antigua Caja Madrid, sino de los bancos y sobre todo de las cajas de ahorro de toda la geografía española, cuyo final es conocido de todos.

Mientras Caja Madrid tomaba un rumbo equivocado, el gobernador del Banco de España miraba para otro lado, bendecía su fusión con otras cajas con problemas, de la que nació Bankia, que lejos de ser una solución agravó el problema, y aprobaba los incentivos económicos a los directivos causantes del desastre.

Ahora todos -los gestores, los consejeros y el gobernador cuando le toque- se van de rositas y el Estado -todos nosotros- nos quedamos con el marrón para levantar esta ruina con los recursos que tendrán que ser detraídos de recortes en otros servicios. Y aquí no pasa nada, nadie es responsable de nada. Es para estar indignados.

PARA ESTAR INDIGNADOS

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