MENUDA suerte tiene Oriol Junqueras, el presunto hermano gemelo de Miguel Durán, el de la ONCE, con que el juez haya decidido mantenerlo confinado en la trena. Allí lleva una existencia la mar de tranquila y puede dedicar las 24 horas a su plan de vida favorito: ora et labora, es decir, a combinar las alabanzas al Señor y la Virgen de Montserrat con la redacción de su obra cumbre, “Cartas desde mi celda”. Ese comportamiento ejemplar ha calado entre el clero de la república, que ha decidido organizar un “campo de reeducación para los hombres de Dios que sean charnegos. La Unió de Religiosos de Catalunya formará a los frailes y monjas enviados “desde la península” –pronunciar la palabra España es cometer pecado mortal– para “inculturarlos” en su misión pastoral. No es coña, ¡eh!; es la pura realidad. ¡Qué pena que Junqueras no haya apostatado!