El futuro de la dársena


ALBERTO Lema, edil de Empleo y Economía Social –dos materias que la aplastante lógica de la Marea, nasía pa’ganá, ha puesto al cuidado de un licenciado en Filología Inglesa–, vuelve a salir al despeje –tal y como está la cosa igual hasta tiene que ser titular mañana ante el Barça–. Ahora le da por decir que sí, que el Concello quiere instalar algún tipo de elemento que evite caídas de la dársena al mar, pero que se encargue del trabajo el Puerto. ¡Ole!, yo invito y tú pagas. Eso sí, el diseño saldría de una cabeza mareante; si hay amigos que son regeneradores urbanos y diseñan carreteras para salvaguardar la vida de las ranas, cómo no los va a haber para rediseñar la dársena. ¿Desecarla? Podría ser. ¿Transformarla en una piscina para cuando haya que volver a arreglar la de Riazor? También pudiera ser. ¿Montar un museo de la lancha de Santa Cristina? Por qué no. ¿Y un huerto marino para cultivar algas? Habrá que preguntarle a la concejala de Bienestar Vegetal, María García; si los mergulladores pueden sachar sin herbicidas tóxicos... adelante.

El futuro de la dársena

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