Victimismo

En un artículo anterior hablaba de la capacidad que tenemos los humanos para montarnos determinadas películas, casi siempre con el fin de justificar nuestros complejos o errores. No sé si con acierto, atribuía a alguno de nuestros políticos esa capacidad, que en su caso sería la de echarle la culpa a los demás, a los de otros partidos, de su ineptitud y de sus fracasos. Sin embargo, el ser un “peliculero” no es patrimonio exclusivo de ningún gremio, y menos del de los políticos, que al fin y al cabo, salvo excepciones, no dejan de ser servidores públicos. El victimismo protagoniza por desgracia muchas actitudes poco sinceras e interesadas, a nivel individual y colectivo. 
No deja de ser lamentable que uno de nuestros más famosos cineastas, Pedro Almodóvar, acudiera a ese subterfugio, en el sentido de argucia o falsedad, no hace demasiado tiempo, en agosto pasado, durante la promoción de su última película. Es probable que, como ya ocurrió en otras ocasiones similares y con otros directores, se tratara de conseguir algún titular más y particularmente llamativo, a la hora de dar a conocer el nuevo filme. También puede ser que fuese una manifestación sincera de un sentimiento, en este caso de aversión, por parte del director de la película. No lo sé, pero en todo caso, desde mi punto de vista, la naturaleza de lo manifestado, además de falso y ofensivo, resulta cuando menos poco afortunado.
Según nuestro famoso creador, autor de un buen número de películas, reconocido en su ámbito y con admiradores declarados, la Iglesia Católica se dedica a sembrar el odio. Ante tal afirmación, y con todo el respeto del mundo, tal y como he aprendido precisamente de la espiritualidad cristiana, puedo afirmar que eso es rigurosamente falso.
Desde luego no voy a dedicarme a desmentir, en pleno año de la misericordia para los católicos, una acusación que choca radicalmente con la realidad; ejemplos como la reciente beatificación de la Madre Teresa de Calcuta o la labor diaria de Cáritas en tantos lugares, la descalifican. Tampoco tengo mayor interés ni espacio en justificar o negar el mal que en nombre de la Iglesia o de la religión se haya podido cometer a lo largo de la Historia y por personas humanas, que desde luego no representa a la Iglesia Católica, que como institución ha de estar por encima de odios y banderías.
   Lamento la opinión de persona tan importante y famosa, a quien probablemente no le sean necesarios mayores reconocimientos, y espero que en algún momento pueda cambiar su profunda animadversión, no sé si en este caso odio, conociendo un poco mejor y en profundidad la realidad de la fe cristiana y de la propia Iglesia.

Victimismo

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