Abriendo el informativo, diez minutos largos dedicaba hace unos días el Telediario 1 de Televisión Española a los casos de corrupción que en aquella misma mañana habían estado solventándose ante los Tribunales: casos de Jordi Pujol y su oculta herencia millonaria; Nóos, con la infanta Cristina, Iñaki Urdangarín y Jaume Matas como protagonistas destacados; ERES de la Administración socialista andaluza, Codesport en Zaragoza, y Operación Taula sobre financiación irregular del Partido PP en Valencia.
No podía ser de otra forma. El calendario judicial, ralentizado en las semanas previas al 20-D, ha vuelto a ponerse en marcha. Amén de los procedimientos antes señalados, la primera fase de la Gürtel está casi vista para apertura del juicio oral; el sumario de la Púnica no anda lejos de su publicación; Rodrigo Rato y Blesa –entre otros 64 imputados– esperan banquillo por los excesos en las conocidas popularmente como tarjetas black, y los ordenadores borrados de Bárcenas han corrido de nuevo por la Audiencia Nacional.
Casos, como se ve, para todos los gusto y volúmenes económicos, pero que estallan de forma especial contra el Partido Popular y que lo hacen, si no en el peor momento, como podría haber sido durante la campaña electoral, sí cuando le pueden causar no menor daño en estos momentos de conformación del nuevo Gobierno.
En recientes declaraciones reconocía el presidente Feijoo que el partido no había tenido ni la audacia para anticiparse ni la decisión que para enfrentarse a los mismos habrían requerido muchos casos de corrupción.
Y no le faltaba un ápice de razón. En el castigo electoral experimentado ha influido, ciertamente, la política de ajustes llevada a cabo, pero también y mucho la falta de respuesta adecuada a tantos y tan notorios supuestos. “Nos ha hecho mucho daño la corrupción”, han venido a admitir tanto el titular del PPdeG y de la Xunta de Galicia como el propio Mariano Rajoy.
Al contar con una cúpula directiva reciente el PSOE ha podido desvincularse de clamorosos casos de las Administraciones por él gobernadas en épocas anteriores. Pero al Partido Popular no le sucede igual. Casi todos los episodios por los que sus gentes y sus siglas andan en los Tribunales son relativamente recientes cuando no de ayer mismo.
Y es que, además, el Partido Popular no lo ha podido hacer peor. Porque no sólo no ha llegado o lo ha hecho tarde y mal, sino que ha jaleado repetidas veces a quienes hoy frecuentan los Tribunales de Justicia.
La incomprensible declaración de Mariano Rajoy en el sentido de que “esto se acabó; aquí ya no se pasa ninguna más” denota la laxitud en que ha incurrido.
Por todo ello, al hoy presidente del partido no se le concede la menor credibilidad para encabezar voluntades de regeneración en este terreno.