La perversión del lenguaje es uno de los pocos éxitos de la izquierda. También en economía, especialmente si de lo que se trata es de enmascarar la realidad. No hace mucho, la ministra de Economía, la salvaguarda de las esencias por su trayectoria y prestigio, declaró que el Gobierno se proponía revisar al alza la previsión de crecimiento de la economía española. Lo iban a hacer en breve y en una décima. La semana pasada, la ministra se echaba atrás porque estaban en funciones. Una excusa ridícula, porque cuando lo anunció también estaban en funciones.
No contenta con esta maniobra de distracción nos lanzó otro señuelo: la maduración del ciclo. Un invento con el que ha tratado de calificar la racha de malos datos de empleo y otros indicadores que claramente marcan una economía cuesta abajo. El cebo recuerda bastante a la etapa en el ministerio de Solbes y Salgado, cuando la crisis no era crisis, la desaceleración era un proceso natural, la recesión serviría para limpiar o eran antipatriotas los que hablaban de crisis. Después, vinieron los brotes verdes y la Champions League.
Ahora nos toca la maduración del ciclo. Y el asunto es muy preocupante porque, ahora como entonces, no solo los indicadores que se han ido publicando, sino los adelantados que elabora el propio ministerio, están advirtiendo ya desde hace meses que nos adentramos en una espiral que debería preocupar y mucho al Gobierno, aunque esté en funciones.
Y, sin embargo, lo que vemos es que lejos de estar preocupados, intentan engañarnos con conceptos que enmascaran la realidad y con documentos como las 370 medidas que, lejos de preparar a la economía, ahondan en sus problemas con mayor gasto y más impuestos. Y, lo peor, que profundizan en el agujero de la Seguridad Social, anulando la reforma de las pensiones y embarcándonos en un mayor déficit que pagarán con recortes las próximas generaciones.