Los rusos, como no hablan gallego, jamás dirían de alguien que traballa arreo, sino que hace un trabajo stajanovista, que venche sendo o mesmo, pero en versión de por allá. Y precisamente así de fatigosa es la vida de los trolls rusos, no descansan. Influyeron en las elecciones de EEUU para que Hilaria no pudiese ganarlas; dieron alas a los independentistas catalanes; hasta se volcaron con la Marea, nasía pa’ganá, y llenaron Twitter con mensajes escritos en cirílico del pelaje: #ConfiamosNaMarea” o “#ConfiamosNaMarea. En Moscú se detuvo a una mujer que ordenó el asesinato de su madre”... justo antes de la cuestión de confianza a la que se sometió Xulio Ferreiro, el Varoufakis de A Gaiteira. Conociendo a Eugenia Vieito no sería raro que aún no les hubiese pagado por sus servicios –hace ya casi dos años que los prestaron–. Si la factura está pendiente, que se vaya espabilando, porque la venganza de los piratas informáticos puede ser terrible. Ya avisaron dejando fuera de servicio las taquillas de la estación de autobuses, pero ahora que la psicomotriz Claudia Delso y la pseudopeletera Silvia Cameán presentaron el nuevo software del servicio de ayuda en el hogar el desaguisado podría dejar temblando hasta al mejor informático del mundo. Ay... esa poca diligencia en el pago a proveedores.