Y ahora.... ¿qué?

Producido el inevitable “choque de trenes”, lanzados a toda velocidad, como son la DUI por el “Govern” y la aplicación del Artículo 155 por el Gobierno central, no cabe duda alguna de que el panorama político, social y económico del Estado español es completamente distinto desde el viernes último. Y alarmante.
Puigdemont, Junqueras, y sus “consellers” han declarado, incluso por escrito, que todo sigue igual y no aceptan la intervención del gobierno de Madrid, aplicando la mayor parte de las medidas aprobadas por la mayoría absoluta del Senado. Han hecho caso omiso, por tanto, de su cese oficial al frente de la “Generalitat”, de la disolución del “Parlament”, de la convocatoria de elecciones autonómicas para el 21 de diciembre y de la asunción de todas las funciones administrativas en Cataluña por parte de los ministerios madrileños. ¿Que ocurrirá si los cesados siguen oponiéndose a dejar sus cargos, escudándose en su quimérica “legitimidad republicana”? ¿Se escudarán, incluso con uso de la fuerza, en el supuesto “apoyo mayoritario” de los catalanes, tomando la parte por el todo? ¿Será posible, acaso, la solicitud de “asilo político” en un país de la UE, como Bélgica, lo que ya ha ocasionado un problema en el seno del propio ejecutivo belga? El abanico de posibilidades es de amplio espectro... y no muy esperanzador.
Por otra parte, “de facto”, la nueva “Molt Honorable Presidenta” Sáez de Santamaría, ya no tendrá que abordar el cese del jefe de los “Mossos”, el mayor Trapero, que ha aceptado voluntariamente su cese, sin resistencia alguna, y se ha reincorporado a su antiguo puesto de comisario. Sin embargo, otros problemas se presentaran por parte de algunos altos cargos o altos funcionarios funcionarios fieles al “mandato republicano”. Lo cierto es que la disuasoria presión, por medio de las sanciones tanto administrativas como económicas, podrían abortar esta clase de resistencia pasiva funcionarial. No obstante, siempre cabe la posibilidad de la resistencia “heroica”. Caso aparte es la movilización de las masas independentistas, extremadamente concienciadas y con la firme creencia de que su resistencia podrá llevarse a buen término, de forma pasiva y pacifica, ocupando edificios oficiales, carreteras, nudos de comunicaciones, puertos, aeropuertos, estaciones de ferrocarril, etc. Intuyo que esta idea, un tanto descabellada, ronda en alguno de los dirigentes catalanes mas acérrimamente convencidos de “su realidad virtual”. También será posible imaginar nada bueno ante cualquier chispazo violento, inesperado o no.
Es preocupante ver que, pese a las elecciones anunciadas, donde el “Volem votar …y Votarem” será completamente legal y con garantías, la sociedad catalana y los propios partidos políticos de ambas tendencias, constitucionalistas o independentistas, si quieren resolver el problema, habrán de sentarse en la misma mesa. Es preocupante ver que hay que volver a la política, y no se hace. Es preocupante ver como el tradicional “seny” catalán brilla por su ausencia. Es preocupante ver como las minorías, tanto la vociferante como la silenciada, habrán de vivir juntas y entenderse. Les espera una larguísima travesía del desierto.
 

Y ahora.... ¿qué?

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