El instante preciso

cuando una persona hace balance de su vida, con los datos conocidos y acumulados, resulta fácil identificar esos momentos y esas decisiones críticas, a veces aparentemente inocentes, que transformaron definitivamente su existencia. Para bien o para mal. De la misma forma, cuando el mundo haga balance del cómodo viaje que ha realizado el coronavirus desde una región china hasta instalarse en todo el planeta, identificará ese instante preciso en el que no se hizo lo que debió hacerse. Aquí en España, la oposición acusa al Gobierno central de haber llegado tarde para frenar la pandemia en nuestro país. Es una evidencia. La declaración el día 31 de enero de Fernando Simón, el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, cuando afirmó que “en España no se van a dar muchos casos”, que podría “haber transmisiones locales pero serían limitadas y controladas”, demuestra que el problema no se vio venir. Es verdad, en su descargo, que en ese momento nadie en el planeta vio venir la magnitud del problema.
Pero lo que deberíamos preguntar a quien realiza esta acusación al Gobierno sobre el retraso en tomar medidas es qué medidas y en qué momento preciso se deberían haber adoptado. Y sobre todo, qué hicieron ellos para solicitarlas al Gobierno de España o qué decisiones adoptaron en las comunidades autónomas en las que gobernaban, con las competencias sanitarias transferidas, para poner coto a la epidemia. ¿Hicieron acopio de material sanitario, contrataron personal para reforzar las plantillas de hospitales, habilitaron preventivamente espacios para nuevas camas o para nuevas uvis. Es más, ¿recuerdan temas que llevaron al Congreso en esos momentos? ¿Recuerdan que la escala de la vicepresidenta de Venezuela en Madrid, el papel de Ábalos, la mesa de diálogo en Cataluña, el pin parental, la nueva ley de Educación o de Eutanasia eran los asuntos que llevaron al debate público mientras el virus iba haciendo silenciosamente su trabajo?
Ahora, con lo que ya sabemos, hasta un párvulo espabilado podría dictaminar que ese instante preciso para tomar medidas pudo haber sido cuando comenzaron a detectarse los primeros casos de contagio local en España. Que entonces habría que haber confinado barrios, ciudades o comunidades enteras. Pero de momento debemos ocuparnos de lo importante y poner en cuarentena la tentación de omitir la autocrítica o de procurar obtener réditos políticos de una tragedia como la que nos ocupa.  

El instante preciso

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