Estos días se ha celebrado en Lima una Cumbre mundial acerca de la corrupción con participación de expertos de diferentes instituciones internacionales. Entre otras cosas nos hemos enterado que la factura que esta lacra social pasa a las economías mundiales es del orden de 1.5 a 2 billones de dólares, que representan entre 1 y 2 puntos del PIB mundial.
Una cantidad de dinero que produce escalofríos si consideramos, sobre todo, las graves carencias en servicios básicos y derechos sociales que todavía aquejan a millones de habitantes de este planeta.
Pues bien, en estos 1.5-2 billones de dólares se incluyen, como afirma Daniel Kaufmann, presidente del instituto de gobernanza de los recursos naturales, sobornos, cohechos y, también, los recursos que debiendo ser productivos se dirigen al pago de coimas, así como la menor innovación que trae consigo la fuga de talentos y el tiempo productivo perdido cada vez que un empresario practica prácticas corruptas en lugar de atender a su trabajo cotidiano.
En este sentido, las economías que ponen coto a la corrupción con sistemas de control, previsión y supervisión incentivado la integridad de los directivos es probable que puedan incrementar el ingreso per cápita entre 3 y 4 puntos porcentuales. Cuándo el cáncer de la corrupción penetra en el sistema termina con el cuerpo y es menester una revolución para limpiarlo.
Los políticas de lucha contra la corrupción son efectivas si realmente el costo de no cumplir con estas normas es muy alto, porque si es bajo o tolerable, las empresas que buscan los beneficios por encima de cualquier otra consideración tienen la tentación de eludirá las normas.
El cumplimiento de las leyes anticorrupción debe estar confiado a Tribunales independientes que hagan valer las disposiciones en ellas contenidas.
Durante este Foro se puso de manifiesto que es fundamental liderazgo y voluntad política firme, que los dirigentes practiquen la tolerancia cero frente a la corrupción y, sobre, que los ciudadanos exijan que se cumplan las leyes y que sancionen en las elecciones a los políticos corruptos, algo todavía, en algunos países más que en otros, inédito.
La transparencia es la mejor medicina, aunque cuesta mucho implementarla.
En EEUU hay una ley que obliga a las empresas de minerales, gas y petróleo a entregar al Ente regulador (SEC) información sobre todos y cada uno de los pagos efectuados a sus clientes y proveedores. Sin embargo, como señala Kaufmann, las empresas acuden a la Corte para no acatarla, para intentar seguir operando en un ambiente de opacidad y oscuridad.
También se recordó que en América Latina deberían adoptarse sanciones más severas contra la corrupción y, sobre todo, hacer que se cumplan. La evitación de la corrupción, además, trae consigo ahorros al erario público y facilita la apertura comercial. Finalmente, se abogó por pagar dignamente a los funcionarios.
En fin, la lucha contra la corrupción en materia de economía global pasa por fomentar la transparencia, disponer de normas adecuadas, ejecutar las sanciones correspondientes y pagar adecuadamente a quienes trabajan en el sector público. Sin embargo, tales medidas de poco o nada sirven si la ciudadanía no exige altos estándares de comportamiento a los políticos, a los funcionarios y a los dirigentes empresariales. Sin cualidades morales y sin responsabilidad ética, los procedimientos son ineficaces. Lo vemos, que pena, a diario.
@jrodriguezarana