Hoy quiero llamar la atención sobre las inviolabilidades de hecho, que no de derecho, como la tan cuestionada del Rey por su conducta indecorosa, de personas siempre ligadas al poder y al dinero cuyas conductas, también claramente reprochables, aparecen sin embargo excusadas en determinados foros. La lamentable rueda de prensa ofrecida por el presidente Feijoó tras la publicación en El País de unas fotografías suyas tomadas junto al conocido contrabandista y narcotraficante Marcial Dorado ofrecen un claro ejemplo de ello. Porque esas instantáneas, realizadas cuando Feijoó era el número dos de la Consellería de Sanidad y el contrabandista y narcotraficante Dorado tenía abiertas varias causas penales contra él en el marco de famosas operaciones contra la delincuencia organizada que arrasó de desolación y drama a miles de familias gallegas, no dejan lugar a dudas sobre ciertas amistades peligrosas. Pero los argumentos con los que Feijoó intenta justificarlas son tan pobres que parecen más propios de un infante de primaria que de todo un Presidente. Dice no saber si viajó con Dorado a Andorra, ni quién pagó los viajes, ni que Dorado tenía causas pendientes, porque sólo recuerda que había nieve, lo que provocó un gran revuelo en las redes sociales aprovechando la blanca coincidencia con la farlopa. El cansino argumentario popular de que todos y cada uno de los múltiples escándalos surgidos en el seno del PP sólo obedecen a una conspiración contra tan decentes personajes, invariablemente afectados todos ellos por una salvaje plaga de amnesia selectiva que hace que nadie recuerde ni haber visto sobres, ni a un tal Bárcenas en ningún despacho, ni un Jaguar en garaje propio, ni confeti en los cumpleaños, ni titulares de prensa con nombres de capos con los que irse de viaje, es totalmente inaceptable. Y que tras semejante circo algunos medios y tertulianos amparen al inviolable con argumentos tales como la supuesta facilidad que tenemos los gallegos para ser sorprendidos en fotos con contrabandistas y narcotraficantes, es sencillamente indecente. La verdad ya está fotografiada. Ahora sólo procede explicársela a los ciudadanos. Porque en política no sólo hay que ser honrado, sino también parecerlo. Sobre todo si eres el Presidente.
Julio Iglesias es alcalde de Ares