Cuando Negreira ganó las elecciones en 2015 y Xulio Ferreiro, el Varoufakis de A Gaiteira, fue nombrado alcalde, se corrió por A Coruña la especie de que era gafe. Y algo de cierto debía de haber, porque allá por donde iba acontecía algún suceso imprevisto y bastante desagradable. Dos años después y un martes y 13... el rumor cobró más fuerza cuando ocurrió lo que ocurrió. Como diría una periodista que tuvo bastante mando en plaza, un cataciclismo –lo peor no es que lo dijese, sino que en su ignorancia pensaba que era así–. Mientras Irene Montero andaba de homilía en el Congreso, a él lo cazaron jugando al Candy Crush en la tribuna de invitados. Y para los restos quedó su foto de ciberludópata. Parecía que el runrún había perdido fuerza, pero qué va. El regidor ha puesto todas sus complacencias en la futura fachada marítima y el proyecto es un desastre. La Marea, nasía pa’ganá, no ha sido capaz de constituir el jurado que decidirá sobre el concurso de ideas del puerto. O aprovecha el concurso de traslados para colocar en un buen puesto a una santera que le limpie el karma o el ridículo puede ser espantoso.