QUE VEINTE AÑOS NO ES NADA

Rescato este fragmento del famoso tango “Volver” a propósito del informe “La Economía española en 2033” que presentó hace unos días la consultora Price Waterhouse Cooppers –PwC– que forma parte de una serie de documentos que pretenden “adentrarse” en el futuro para tomar hoy las decisiones adecuadas para configurar el mañana.
Ese estudio hace unas previsiones sobre la evolución de la economía española en los próximos veinte años y sus conclusiones apuntan a que España, aunque no será capaz de recuperar antes de 2033 el ritmo de crecimiento previo a la crisis, crecerá en ese período por encima de las grandes economías de la zona euro y por encima de la media de la UE. El Producto Interior Bruto se acercará a los 1,3 billones de euros, la renta per cápita aumentará sensiblemente y la economía española convergerá con la de Alemania, Francia e Italia, las tres primeras economías de Europa.
Por lo que respecta al empleo, la preocupación número uno de los españoles, en ese r futuro que dibuja el estudio de PwC se atisban esperanzadores rayos de luz en el mercado laboral. Pero -siempre hay un pero- no será hasta 2033 cuando la tasa de desempleo de España se sitúe en unos niveles similares a los países de nuestro entorno. El paro bajará muy lentamente, habrá que esperar quince años para que se sitúe por debajo del diez por ciento y tardaremos veinte en volver a recuperar el empleo destruido por la crisis.
Una de cal y otra de arena. Para que la economía recupere el fuerte ritmo de crecimiento y los niveles de empleo que registraba hasta 2007 habrá que esperar al año 2033. ¡Largo me lo fiáis!, que diría el Tenorio. La parte positiva está en que en esos veinte años iremos alcanzando una mayor convergencia real con los principales socios europeos que en este período de tiempo crecerán a ritmos inferiores al de la economía española. Es verdad “que veinte años no es nada” en la historia de los pueblos. Pero el horizonte de cuatro lustros es una eternidad en la vida de las personas, sobre todo de las que han perdido el empleo o de las que buscan trabajo por primera vez. Un joven treintañero se situaría en los cincuenta y los que ahora están en el paro a los cuarenta alcanzarían la edad de jubilación. Es decir que, parafraseando a Keynes, en tan largo plazo todos muertos en términos económico-laborales, dos  generaciones perdidas. Una tragedia para el país y para muchas personas que ven destrozadas sus vidas por no poder entrar o por ser expulsadas del mercado laboral. 

QUE VEINTE AÑOS NO ES NADA

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