dentro de una semana, a estas horas, los españoles ya conoceremos los resultados de las elecciones del próximo domingo. Estará claro el reparto de escaños y, como mucho, podrá haber duda en uno o dos diputados, si la votación es ajustada y queda algo pendiente para el recuento del voto por correo.
Y, sin embargo, lo que también parece clarísimo es que, a pesar de que la aritmética sea conocida, lo que todavía será una incógnita, es el nombre del nuevo inquilino de La Moncloa. Las encuestas que se fueron conociendo hasta el momento (a partir de ahora habrá que recurrir a esos sondeos con manzanas y alcachofas que se publican en medios de Andorra, ya que la ley prohibe su publicación en España), no sirven para clarificar el panorama.
Parece claro que el PSOE será el ganador y que el PP de Pablo Casado remontará por encima de esos vergonzantes 66 escaños actuales. Todos los sondeos coinciden también a la hora de apuntar la debacle de Ciudadanos, que podría pasar a ser la quinta fuerza política y la caída, aunque más moderada de Iglesias y los suyos.
El efecto Más País se diluyó como un azucarillo en agua caliente y probablemente no alcance a formar grupo propio y Vox (para todos menos para el CIS), será el gran beneficiado por esta convocatoria, al verse catapultado al tercer puesto del espectro político.
Se conoce la música, pero es evidente que falta una parte muy importante, la letra de la canción. Todas, absolutamente todas las encuestas presentan de nuevo el panorama de bloqueo del que Sánchez intentó salir con estos comicios. Es decir, que hemos perdido unos cuantos meses para que las urnas nos lleven al mismo sitio. A ver si esta vez se superan los egos y se logra salir de esta situación.