Alemania se impone en el Eurogrupo y da un ultimátum de 48 horas a Grecia para que acepte el documento presentado y pida la extensión del rescate. El Gobierno heleno disponía hasta mañana para acogerse al nuevo programa de ayuda, que acaba el día 28. Por su parte, Tsipras declara que “Grecia no firmará una prórroga del rescate ni con una pistola en la sien”, pero Varoufakis, ministro de Finanzas, confía en alcanzar un acuerdo, apuesta por un nuevo contrato favorable para ambos y advierte de que “en la historia de la UE nada bueno ha surgido de los ultimátums”.
Este fue el resultado de una reunión de apenas dos horas de duración con demora incluida de Varoufakis y retirada en el último momento de un documento dulcificado, presentado por Francia, pero que fue retirado ante la intransigencia del representante alemán. El Eurogrupo escenificó el desacuerdo en una rueda de prensa en la que aparecieron los siguientes personajes: el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, con cuentas pendientes con el ministro griego por el trato despectivo recibido en Atenas en su primer encuentro; el presidente del BCE, Mario Draghi, alto ejecutivo de Goldman Sachs de 2002 a 2005, que asesoró al Gobierno conservador griego para camuflar su deuda mediante artificios financieros; Christine Lagarde, presidenta del FMI, acusada por la justicia francesa desde 2008 por conceder 400 millones al empresario Bernard Tapie de manera irregular; sus antecesores fueron nada menos que Strauss-Khan y Rodrigo Rato (hay quien señala a Esperanza Aguirre como responsable de Recursos Humanos del FMI).
Al fondo, entre bastidores y muñidor del gran fracaso, el ministro alemán de Finanzas Schäuble, personaje de oscuro pasado, que dimitió en 2000 como portavoz del grupo y presidente del partido CPU acusado de su financiación ilegal; le sucedió Angela Merkel. A nivel doméstico se encontraba De Guindos que de 2006 a 2008 fue presidente ejecutivo de Lehman Brothers en España y Portugal, entidad que quebró por el escándalo de las hipotecas subprime. Estos personajes son los encargados de velar por Europa y sus ciudadanos. Al otro lado de la mesa y con tardanza, el ministro Varoufakis, cual Aquiles, mostrando su talón. Su tacto y sus gestos no son propios para conseguir acuerdos.
Como en matemáticas, a estas reuniones se acude con un máximo común múltiplo y se acuerda un mínimo común denominador. No hay otra: no existe alternativa al fracaso. En este juego, todos pierden. Todo un canto a la intransigencia, todo un paso hacia el abismo. Confiemos en que aspectos fundamentales de carácter geoestratégico aún hagan sopesar la situación a los “señores de la guerra” en forma de OTAN y tengan en cuenta que Turquía es la trinchera, pero Grecia es la última frontera.
Estamos hablando de seres humanos, de un país con una población en la miseria y al borde del precipicio. Nadie tiene autoridad para empujarlos ¡No en nuestro nombre!