Sentencias polémicas

La libertad sin fianza de la que disfruta Urdangarin por decisión del tribunal que le condenó a seis años y tres meses de prisión ha dado pie a una catarata de reacciones. En general, negativas. El grueso de los comentarios recogidos en los diarios digitales que dan cuenta de los pormenores del caso destilan indignación y rabia. La sensación dominante es que la justicia no es igual para todos y que el sistema protege a los poderosos de las consecuencias de sus actos.
El “caso Nóos” es asunto bien conocido por los ciudadanos tras tantos años de titulares de periódicos y despliegues televisivos. La absolución de la infanta Cristina ya levantó polémica. A ella se suman ahora las livianas medidas cautelares dictadas en el caso de su marido pese a estar condenado por malversación, prevaricación y falsedad en documento público. El tribunal que le sentenció le deja en libertad sin retirarle el pasaporte a condición de que se persone una vez al mes ante un juzgado de Ginebra, la ciudad en la que vive. Considera relevante la puntualidad con la que el cuñado del rey venía acudiendo a todas sus citas judiciales.
“Isabel Pantoja fue condenada a dos años y se los pasó en la cárcel. No hay justicia”, decía con una oyente en una emisora de radio. No hay dos caso iguales, ni es igual la naturaleza de los delitos, pero la sensación que queda es que hay dos varas de medir a la hora de administrar justicia. Mal asunto porque este tipo de percepciones se extienden y fermentan. La corrupción que queda impune pudre la confianza en la democracia. Lo que está en juego en el caso Urdangarin es mucho y de rebote afecta al prestigio de la primera institución del Estado.

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